viernes, 24 de diciembre de 2010

Regan MacNeil, "la poseída"

Regan Teresa MacNeil, mejor conocida como Regan MacNeil, es un personaje fictício y el antagonista de la novela de 1973 El Exorcista , de William Peter Blatty. En la versión cinematográfica "El Exorcista", Regan MacNeil fue interpretada por Linda Blair, quien ganó el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto. El American Film Institute, incluyó a Regan en su lista 100 villanos del cine, situandola en el puesto número 9.


Historia

Regan MacNeil es una niña de 12 años de edad y la hija de la actriz Chris MacNeil. Regan se debate entre el agotador divorcio de sus padres (su padre no se ve en la película).

Regan encuentra una Ouija en el sótano y le dice a su madre que ha puesto en contacto con alguien que ella identifica como Capitán Howdy. Pronto, Regan comienza a actuar misteriosamente, a menudo violentamente,impresionante al alcance de cualquier persona, incluyendo a su madre y a los mismo médicos. Sin embargo, todos desconocen que Regan fue poseída por un demonio de nombre Pazuzu. Esto puede ser visto por la estatua que se ve al principio de la película. Regan también es poseída por El Diablo. Chris comienza su desesperación cuando Burke Dennings, el director de la película que ella protagonizaba, es encontrado muerto en la parte inferior de un tramo de las escaleras de su casa. La policía informa que Burke fue lanzado por alguién con demasiada fuerza y Chris tomando en cuenta la situación de su hija, la mantiene en la cama de su cuarto.

Las pruebas médicas y exámenes no podía encontrar nada malo en su cuerpo o su mente, a pesar de su comportamiento, por lo que se le sugiere a Chris practicarle un exorcismo.

Chris consulta a un jesuitas, el sacerdote Damien Karras y le ruega que exorcise a su hija. Con la ayuda de Lankester Merrin realiza el exorcismo. Durante el exorcismo ocurrén los peores horrores y los padres deben soportar al inteligente demonio que invadirá sus mentes. Merrin sufre un infarto y Karras al descubir el cádaver y a Regan ríendo, entra en un ataque de ira exigiendo a Pazuzu dejarla. Acto seguido, Pazuzu posesiona a Karras y este en seguida se lanza por la ventana.

Al final, Chris y Regan deciden mudarse. Regan no recuerda nada de lo sucedido y agradece a la iglesia su recuperación.

Dentro del Caserón siempre nos referimos a ella como "la poseída". Aquí dentro convive junto a los dominios de Fredy Krueger donde se siente tranquila, cuidada y bien, pero sigue sin ser agradable con nuestros visitantes. De hecho, es sin duda el rincón más impredecible de "la casa". Son varios ya los moradores del Caserón que dicen haber visto el espíritu de Matilde (hablaremos de ella en próximos posts) en los aledaños de "la niña". Creemos que es el lugar favorito de los espíritus que nos visitan y ahí han tenido lugar extrañas experiencias, algunas de ellas tan desagradables que ni siquiera nos atrevemos a recordar.

Es indiscutible que Regan es una de las moradoras más recordadas y temidas... por eso vive con nosotros.


miércoles, 22 de diciembre de 2010

IGOR: fidelidad sin escrúpulos

La Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. Se penaba sobre todo la “herejía”, la brujería… Existen documentos que abordan el tema, describiendo las torturas inhumanas infringidas a miles de personas. Torturas que la inquisición utilizaba para conseguir información del recluso, que si se declaraba culpable, en muchas ocasiones era quemado vivo en la hoguera.

Durante gran parte del siglo XVI, Igor fue el alguacil jefe. Él se encargaba de detener a los “pecadores” y de conducirlos a los calabozos. Pero el sadismo de Igor iba mucho más allá: sentía un gran interés por torturar a los reclusos, y de las maneras más horribles. Se dice, incluso, que desarrolló la curvatura de su espalda, su “chepa”, a consecuencia de pasar largas horas agachado, arrancando lentamente las uñas de los pies de sus pobres víctimas. Igor les advertía; si gritaban demasiado, les arrancaría la lengua, cosa que por otro lado hacía en multitud de ocasiones. A menudo, los propios monjes caían desmayados ante la atroz visión de las torturas de Igor, el cuál no tenía escrúpulos en torturar a ancianos, mujeres, incluso niños.

Igor perdió la poca cordura que tenía, e incluso apresó a varios monjes para torturarlos, acto que no pasó desapercibido y desencadenó la ejecución del alguacil. Esta ejecución no fue fácil, ya que ningún monje se atrevía a realizarla. Igor maldecía, y repetía que volvería del más allá para terminar de ajusticiar a quien le diera muerte.

Años más tarde, unos monjes bajaron a la sala de torturas, alertados por los gritos de verdadero terror de muchos reclusos que allí se encontraban. Se encontraron a los presos encadenados, como era normal. Pero también encontraros a varios monjes asesinados salvajemente, con las entrañas fuera. Curiosamente…todos tenían las uñas de los pies arrancadas. 

Yo necesitaba a alguien de esas características que cuidara mis espaldas. Un siervo fiel y sin piedad, sin sentimientos. Por eso traje a Igor a mi Viejo Caserón.


martes, 21 de diciembre de 2010

Vlad Tepes, ¿DRÁCULA?

Vlad III, el empalador (en rumano, Vlad Tepes) fue el príncipe de Valaquia, hoy sur de Rumanía, entre los años 1456 y 1462.

Famoso, entre otras cosas, por ser el más duro de todos los gobernantes del siglo XV, así como de ajusticiar y torturar a sus víctimas, empalándolos y mostrándolos como trofeos. Su manera de gobernar era utilizando el miedo.

Los habitantes de su región, y de fuera de esta, quedaban aterrorizados ante la visión de miles de personas empaladas (muchas de ellas agonizaban durante días enteros), y de ese modo Vlad Tepes se aseguraba de que nadie le desobedeciera. Tal era su crueldad, que a veces ordenaba que le sirvieran el desayuno frente a estos “campos de empalados”, entre los que se encontraban hombres, mujeres, ancianos y niños. Dejaba los cadáveres empalados durante meses, para que la visión y el olor a descomposición advirtieran al enemigo de que Vlad no se andaba con juegos.

Asesinó de este terrorífico modo a una innumerable cantidad de personas (entre 40.000 y 100.000 aproximadamente). Vlad odiaba los robos, el adulterio, la mentira, la mendicidad…y no perdonaba a nadie por su rango. Es más; cuanto más alto era el rango, más duro era el castigo que imponía.

Como anécdota, una de sus actuaciones en su reinado fue cuando la población se quejaba de los contínuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltantes en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban al país. Para erradicar esto organizó un festín en una casa de las afueras de la ciudad, al cual se invitó a pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos y pordioseros, y las grandes viandas y el vino estaban por doquier. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad se presentó con su guardia en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquél, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Esto se fue repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado. Llegaron a morir 3.600.

El siguiente grupo para él improductivo con el que quiso acabar fue el de los gitanos. Vlad reunió a los trescientos de una comarca, mandó que asaran a los tres líderes para que los demás los comieran o, a cambio, se alistaran al frente turco; si no, todos serían asados. Los gitanos optaron por lo segundo.

En el terreno de la guerra, era un gran estratega. Al contar con un ejército pequeño en comparación con los ejércitos de sus rivales, utilizaba tácticas como por ejemplo infectar pozos de agua, mandar enfermos de tuberculosis hacia regiones rivales y estrategias por el estilo.

Se dice que Vlad Tepes bebía la sangre de sus víctimas cuando se reunía en cenas con otros nobles. De ahí la leyenda de que disfrutara asesinando y bebiendo sangre.

Murió en batalla, pero su leyenda negra acababa de forjarse.

Debido a algunas novelas y versiones cinematográficas de Drácula, mucha gente piensa que Stoker basó su personaje en una figura histórica: Vlad Tepes, conocido como Vlad el Empalador, y en leyendas de vampiros que circulaban en Europa oriental. Pero en realidad Tepes vivió en el siglo XV y fue príncipe de Valaquia, (que junto con Moldavia y Transilvania constituyó el reino de Rumanía).

Bram Stoker encontró una breve referencia al voivoda Drácula en un libro sobre Valaquia y Moldavia, en el que su autor decía en un pie de página: «Drácula, en la lengua nativa de Valaquia, significa 'diablo'». La sonoridad de este nombre le gustó a Stoker, que había llamado originalmente a su vampiro «conde Wampyr». Decidió entonces llamarlo «conde Drácula». Sin embargo, Stoker no conocía nada sobre la vida del verdadero Tepes (de hecho incluso hoy en día se desconocen muchos aspectos de su vida y de su muerte). En realidad, la novela Drácula no tiene relación con la vida de Vlad Tepes. Tampoco se sabe nada sobre la personalidad y la visión y filosofía de Vlad, por lo que haríamos mal en pensar que el personaje de Stoker está basado en la personalidad de esta figura histórica. Si bien se dice que Arminius Vambéry (en realidad, Ármin o Hermann Bamberger) dio amplia información sobre Transilvania y sobre Vlad Drácula a Stoker, la verdad es que Stoker y Vambéry se reunieron pocas veces en Londres, y no fue necesariamente para hablar de vampiros. Nunca mantuvieron correspondencia, y no existen pruebas de que Stoker conociera algo sobre Tepes.

La novela, publicada en mayo de 1897 (Westminster, Archibald Constable and Company), despliega erudición sobre vampirismo. El vampiro ha logrado conquistar la muerte, más que la inmortalidad, puesto que está condenado a vivir casi como un espectro. El término vampiro es eslavo: proviene del serbio "vampir" y del ruso "upir". No existe en rumano una palabra para designar al vampiro. Algunos traducen el término rumano "stregoi" como vampiro, pero este vocablo se refiere a una bruja o a un espectro. Algunos dicen que "nosferatu" es la palabra rumana que significa "vampiro"; pero, según otros, en realidad proviene del griego "nosophoro", que significa "portador del mal"; según otros más, Emily Gerard confundió dos palabras usadas en Transilvania para referirse a criaturas o espíritus malignos de tal suerte que ofreció el híbrido "nosferatu", que nada significa. La verdad es que la tradición europea de los vampiros como los que aparecen en la novela ni siquiera proviene de Transilvania, sino principalmente de Hungría, Serbia, Moldavia y los países eslavos. El vampiro es conocido «en todos los lugares en que ha existido el hombre», le hace decir Stoker a su personaje, el doctor Van Helsing, un médico experto en enfermedades oscuras. «Ha seguido el rastro del berserker islandés, del huno (engendrado por el diablo), del eslavo, del sajón, del magiar».

En las primeras páginas de su novela, Stoker insinúa la seducción horrorosa del vampiro. En un castillo decadente, rodeado de un paisaje invernal y solitario, un hombre cultivado, aristocrático y atemorizante acaba de franquear la entrada a un joven inglés con la frase clave: «Entre usted libremente y por su propia voluntad».

El conde Drácula no refleja su imagen en los espejos, y por eso en su castillo no hay ninguno; Jonathan se dio cuenta de esa extraña propiedad del conde en su propio espejo. Y es que la superstición decía que el vampiro había perdido su alma (las antiguas culturas relacionan la imagen reflejada con el espíritu). Drácula es peligroso, repugnante y veladamente sensual. Pronto se verá que convive con tres jóvenes vampiresas de figura voluptuosa. Esta imagen del vampiro no es un invento de Stoker: se había desarrollado ampliamente con anterioridad, desde la publicación del relato El Vampiro de Polidori en 1816 hasta la publicación de La buena Lady Ducayne: esta última obra, en 1896, un año antes de la publicación de "Drácula". El vampiro había tomado varios nombres: lord Ruthven, lord Seymour, sir Francis Varney; y había tenido mucho éxito en toda Europa en espectáculos de circo, obras de teatro, melodramas, óperas, novelas, cuentos y folletines.

Mediante los diarios que escriben los personajes principales (excepto el propio Drácula), cartas que se intercambian, telegramas, noticias de prensa, albaranes y facturas, Stoker desarrolla una historia, con pequeños saltos en el tiempo bien administrados, en la que se revela la desmesurada ambición de poder de Drácula, quien se traslada a Londres y mueve ejércitos de ratas, niebla, lobos, murciélagos y tormentas para lograr su objetivo.

Stoker conocía los detalles de la superstición y atribuye a Drácula los rasgos peculiares del vampiro, tales como:
- La capacidad de hacer que cambie el tiempo.
- Lograr obediencia de seres repulsivos, como las ratas, moscas, arañas y los murciélagos, pero también de los lobos y los zorros.
- Telepatía, control mental.
- Una fuerza sobrehumana.
- Convertirse en animal o en niebla.
- Perder facultades durante el día. El vampiro huye de la luz diurna, que lo debilita pero no lo destruye: puede moverse a medio día durante un escaso período de tiempo (el conde Drácula, en la novela, aparece a plena luz del día buscando a Mina Harker).
- Dormir sobre tierra, traída de su lugar natal, en el interior de un ataúd.
- Beber sangre humana (su único alimento) y convertir en vampiros a quienes aseste su mordedura fatídica y bautice con su propia sangre haciéndoles beberla. Si únicamente son mordidos, no se transforman en vampiros.
- Se le puede mantener a raya con crucifijos, ristras o flores de ajo, la Sagrada Forma consagrada y agua bendita; pero para que muera realmente, se le ha de clavar una estaca en el corazón o se lo ha de decapitar.

El Drácula de Stoker tiene todos los elementos de los vampiros que lo precedieron, más algunas características tomadas del hombre lobo, cuya historia había sido publicada poco antes.

Drácula, no podía faltar en El Viejo Caserón.

jueves, 16 de diciembre de 2010

FREDDY KRUEGER: una historia cruel

Muchos son los visitantes que adoran a Freddy Krueger, pero no todos conocen su triste historia.

Durante la navidad de inicios de la década de los 40, una joven monja llamada María Elena (Amanda Krueger) fue encerrada accidentalmente en la división de criminales dementes del hospital psiquiátrico "Westin Hills". Durante días fue violada y torturada por los cien pacientes allí confinados. Días más tarde fue encontrada apenas con vida y embarazada. Meses después nace Frederick Charles Krueger y es dado en adopción al Sr. Underwood, un alcohólico abusivo quien lo maltrataba ya desde los primeros días.

Al paso del tiempo, Freddy comenzó a mostrar un comportamiento psicótico, matando animales pequeños. A menudo era ridiculizado por sus compañeros quienes lo llamaban “hijo de cien maníacos”. Al final de su adolescencia, Freddy empezó a disfrutar de los golpes y dolores asociando éstos con placer. También aprendió los "secretos del dolor" desde su propia mutilación, llegando incluso a matar a su padre adoptivo.

Una vez adulto, Freddy Krueger se casó con una mujer llamada Loretta y tuvieron una hija llamada Kathryn. La familia Krugger residió en la casa de la infancia de Fred Elm Street 1428. Kathryn era aún una niña cuando los niños del vencindario empezaron a desaparecer y ser encontrados muertos. Poco después, Loretta se da cuenta que en el ático de la casa, Freddy tenía un cuarto secreto donde guardaba diferentes herramientas de tortura, recortes de diarios, versiones de sus famosos guantes y más. A pesar de la promesa de no contarle a nadie lo que ha visto, Loretta es asesinada por Freddy ante los ojos de Kathryn, por "fisgonear su especial trabajo".


Freddy trabajó en la central eléctrica local, y en sus calderas había encerrado y posteriormente asesinado a más de 20 niños del vecindario. La policía no pudo resolver el caso. Los periódicos lo apodaron "El Acuchillador de Springwood".

En 1966, Freddy fue arrestado por los asesinatos de los niños perdidos. Debido a que la orden de allanamiento no fue firmada correctamente, todas las evidencias se descartaron, siendo Freddy liberado en 1968. Después del juicio de Freddy, Amanda Krueger se ahorcó en la torre donde fue violada. Esa misma noche, los padres del vecindario decidieron tomarse la justicia por su mano y siguieron a Krueger hasta su cuarto de calderas. Hicieron un camino de gasolina hasta la entrada y lo quemaron vivo. Mientras las llamas se apoderaban de la caldera, Freddy fue llevado por tres demonios del sueño. Estos demonios vagaban por la tierra buscando un alma cruel y sanguinaria para convertir los sueños en realidad. Freddy aceptó su oferta para ser "eterno".

Los restos de Freddy fueron llevados al "Cementerio de autos Penny Brothers" y se encerraron en el maletero de un viejo Cadillac rojo. Para borrar los recuerdos de Freddy, la familia Thompson se muda a la casa 1428 de Elm Street. Kathryn fue adoptada por la familia Burroughs, y llevada fuera de Springwood, siendo sus registros borrados.

Freddy sigue haciéndose notar en las pesadillas de nuestros visitantes. Todo puede ocurrir en El Viejo Caserón, sobre todo si Freddy está cerca. No te duermas... o nunca llegarás al final.




martes, 14 de diciembre de 2010

LA FERIA DE LOS HORRORES

Como cada año, por las mismas fechas, el circo vestía de color y de ilusión los pueblos por los que pasaba. No era un circo cualquiera. Era “El Circo de Pepo”. Pepo era el payaso más famoso de la época. No había niño que no soñase con Pepo o que no tuviese un juguete con su característico disfraz. Pepo amaba el circo. Era su pasión. En él nació, en él creció y en él se enamoró. Se casó, también en el circo, con una bella domadora de caballos y tuvieron tres hijos varones.

Uno de los gags que estaban en el repertorio de Pepo se hacía con la colaboración de “El Gran Vinicius”, un mediocre domador de leones hambrientos. Se usaba una caja de doble fondo en la que el domador metía a Pepo (aparentemente en la jaula de sus leones) y después de quitar la tela que cubría la jaula aparecía Pepo rodeado de un montón de leones de peluche a los que él fingía domar. Al público le hacía mucha gracia este número.

Pepo quiso hacer el número del domador con sus hijos, pues ya los inicaba en el mundo del circo y quería prepararlos para ser los mejores payasos del mundo. Al ser un juego mecánico y sin complicaciones, parecía perfecto para hacer debutar a sus niños de esta manera. Los pequeños se pusieron sus máscaras de payaso, fabricadas artesanalmente por su padre con todo su amor, se metieron en la caja y echaron esa tela negra por encima. Pero algo salió mal. El resorte de esa vieja jaula trucada no funcionó como debiera y los niños aparecieron en el mismo habitáculo de los leones que, sin dudarlo, comenzaron a devorarlos.

Pepo pedía ayuda pero el público reía y reía ajeno a aquella desgracia pensando que todo formaba parte del espectáculo. La imagen de esas familias riendo mientras los leones se comían vivos a sus tres hijos trastornó por completo al payaso. Cerca del Maestro de Ceremonias siempre había una escopeta cargada, como seguridad por si alguna vez hubiera un problema con las fieras. Pepo se abalanzó sobre ella y dió muerte a los leones, aunque demasiado tarde. El público seguía riendo y aplaudía mientras gritaban su nombre: “Pepo, Pepo, Pepo...”

Pepo tomó la máscara de uno de sus hijos, completamente rota y llena de sangre, se la puso y comenzó a disparar a todo el público que tenía delante. La masacre fue indescriptible. Dicen que los gritos de dolor y el llanto de Pepo se oyeron desde todos los pueblos aledaños. Dicen, que Pepo desapareció durante años y que gracias a su máscara, que encontraron flotando en el río, su cuerpo ahogado pudo recuperarse.

Sin embargo, desde ese momento, el mismo circo que triunfaba con las bromas de Pepo comenzó a ser protagonista de la desaparición de niños que acudían al espectáculo. Los cuerpos sin vida de esos niños eran hallados completamente destrozados, como si una jauría de leones hambrientos los hubiera devorado. Y una máscara rota y ensangrentada lucía en el centro de la pista uno de aquél que ya se conocerá como “La Feria de los Horrores”.

Ah… niños… son muchos los niños los vienen al Viejo Caserón a reirse. Por eso utilicé una vez más mis macabros conocimientos para traer conmigo a Pepo… y aquí se le ve feliz... porque sonríe cada vez que un niño traspasa la puerta. Esa puerta a la que hay que llamar tres veces.

lunes, 13 de diciembre de 2010

EL MORADOR DE LA MORGUE




Campamento “Cristal Lake” (Lago de Cristal).

Era alrededor de la década de los 60 cuando este campamento, situado en Estados Unidos, gozaba de una gran popularidad. Todos los veranos se llenaba de niños, esperando pasar las mejores vacaciones de sus vidas. Pamela Voorhees era la cocinera del campamento. Ella tenía un hijo, Jason, que acusaba una deformidad en la cara y ciertos desórdenes mentales.

La sra. Voorhees dejaba a su hijo al cuidado de los monitores del campamento. Con frecuencia, el resto de niños se mofaban del pobre diablo, el cuál desarrolló una personalidad reservada; no hablaba con nadie, ni apenas se relacionaba. Como el niño que era, Jason envidiaba a los demás, ya que a él no le permitían participar en los juegos acuáticos que se realizaban en el lago situado en el campamento. Les oía chapotear, reír…la envidia le recorría. Jason no sabía nadar.

Una mañana, Jason escapó hacia el lago. Los monitores no se percataron, no estaban atentos. Jason se lanzó al agua… y se ahogó. La sra. Voorhees, se vengó de todos y cada uno de ellos. Todos pagarían, culpables o no, la muerte de su pequeño. Acabó con los monitores, asesinándolos uno a uno…menos a la última de ellas, que la hizo frente, y decapitó a Pamela con un machete de caza. Pero Jason no estaba muerto y ahora es él quien se encarga de asesinar a todo aquél que se acerca a sus dominios, con sólo una obsesión: vengar a su madre.


Texas, EEUU. Años 70.

Cinco jóvenes salen en una camioneta de excursión a visitar una casa abandonada, propiedad familiar de dos de ellos. Lo que no sabían es que en otra casa cercana, habitaba una familia de caníbales. Esta familia se dedicaba a la carne, eran “matarifes”. Eran los encargados de sacrificar al ganado de la zona. Lo que nadie podía imaginar es que también asesinaban a los que pasaban por allí, y los trataban como si de animales fueran: les torturaban, les colgaban de ganchos y les dejaban desangrarse lentamente… para beberse su sangre, y posteriormente alimentarse de su carne.

Un miembro de tal despiadada familia era el más impactante. Le llamaban “Leatherface” (cara de cuero). Se ganó ese pseudónimo por la costumbre que tenía de arrancar, literalmente, la piel de los rostros de sus víctimas, y utilizarlas en su propia cara a modo de máscara. Utilizaba un martillo y sobre todo su motosierra para descuartizar a sus víctimas.

Necesitaba a uno de esos dos asesinos para mi Caserón. Pero no sabía por cuál decidirme; ambos eran perfectos, dos máquinas de matar. Así que no lo pensé más veces, y realicé un experimento para tener un asesino que sería mezcla de ellos dos… Jason Voorhees y Leatherface.

Alguien se tenía que ocupar de la carne… la carne…. la carne de nuestros entrometidos visitantes….

domingo, 12 de diciembre de 2010

LA GRANJA DE LOS LUNÁTICOS

Para aliviar a la ciudad de Nueva York de la creciente población de enfermos mentales, se decidió construir una institución donde los pacientes pudiesen ser tratados lejos de la ajetreada vida de la ciudad. 

Con este fin comenzó a construirse en 1885 el “Kings Park Lunatic Asylum”, en un entorno rural del condado de Suffolk, que pronto comenzó a ser conocido como “La granja de los lunáticos” porque albergaba a los más peligrosos desequilibrados mentales. Según el testimonio de algunos cuidadores que tuvieron que abandonar el Centro, estos pacientes mostraban un acelerado y misterioso empeoramiento mental entre las paredes de aquella prisión acolchada… Se habló, incluso, sobre casos de canibalismo entre ellos.

El 30 de marzo de 1930, el "treinta y tres treinta" (30/3/30), como llamaron a ese día desde entonces, un fallo de seguridad en aquel lugar provocó la mayor tragedia conocida hasta la fecha: todos los enfermeros, médicos y guardias del centro fueron cruelmente asesinados, y parcialmente devorados. Varias patrullas policiales acudieron al centro, al no observarse actividad en las inmediaciones del edificio pero eran incapaces de controlarlos; su ferocidad y locura iban más allá de lo imaginable. Parecían no sentir dolor, ni miedo, y sesgaron las vidas de todo el que se acercó. Ni siquiera los gases lacrimógenos parecían hacer efecto. Tampoco funcionaban los dardos narcóticos. Parecía como si estuvieran poseídos por algo sobrehumano. Ahora no me cabe la menor duda. Lo estaban.

Sólo la puerta principal del centro retenía a los reclusos, que campaban a sus anchas por el interior. Dicen que, aún estando en un lugar alejado de la ciudad, por las noches se escuchaban sus gritos: gemidos desgarradores, inhumanos, que sonaban con una fuerza y rabia fuera de lo común. 

Fueron sacrificados como animales, ante la imposibilidad de retenerlos de otro modo. 

Me pareció adecuado utilizar mis conocimientos de alquimia para trasladar a mi Viejo Caserón a algunos de esos reclusos…ya desde el más allá. El pabellón 315 me pareció el ideal: ese era el lugar en el que estaban los lunáticos más peligrosos… y donde empezaron los asesinatos…y el canibalismo.

viernes, 10 de diciembre de 2010

VENGANZA

Una palabra grabada en mi mente, desde hace cientos de años. Era una época increíblemente maravillosa. Yo era un noble y adinerado terrateniente. Mis negocios eran fructíferos, y mi riqueza y popularidad iba en aumento año tras año. Sí, me hacía rico a consecuencia de engañar a la gente: documentos falsos, contratos falsos, palabras falsas… cualquier cosa me valía con tal de poseer más y más.

Vivía cómodamente, en mi mansión. Esta se situaba en lo alto de una colina, alzándose majestuosa, por encima de la vegetación. Quería que toda la ciudad la viera, que todos envidiaran mi imponente caserón. Me gustaba vivir ajeno al bullicio de las gentes. Dedicarme en completo silencio a mis negocios, y a mi gran pasión: la alquimia. Por ello, doté a mi morada de un aspecto tenebroso. No tuve que hacer mucho, ya que cuando la adquirí ya contaba con varias decenas de años de antigüedad. El sendero que llevaba hasta ella era oscuro y abrupto, difícil de recorrer. Un viejo cementerio se abría camino en los laterales, con viejas lápidas en las cuales estaban escritos los nombres de centenarios antiguos habitantes de la villa, ya putrefactos cadáveres.

Sí…

Eso era suficiente para pasar mis jornadas tranquilo, en soledad, lejos del mundanal ruido. Me volví más ambicioso. Tenía todo el dinero que podría desear nadie jamás. Pero no era suficiente. Mis inquietudes con mi gran pasión, la alquimia, me empujaron a experimentar.

Primero utilizaba cadáveres. Más tarde… ayudado por mis siervos a los que tenía esclavizados, comencé a adentrarme en la villa, las frías noches del crudo invierno. Disfrutaba con esa mezcla de sonidos: mi carruaje, el sonido de la tormenta, y los gritos de indefensos niños que, sin ningún tipo de pudor ni remordimiento, raptaba y llevaba a mi Viejo Caserón.

Experimentos, experimentos…

Los viejos libros de brujería que reposaban en mi centenaria biblioteca me indicaban los pasos a seguir. Posesión…brujería…despertar a los muertos…eran las inquietudes que tenía. Ya tenía todo el dinero que necesitaba, más del que necesitaba. Por lo tanto, el hastío y aburrimiento me hizo, quizá, perder un poco la cabeza.

Pronto, la muchedumbre comenzó a hablar. Se oía que en el Viejo Caserón de lo alto de la colina, el amo de la casa experimentaba con niños…sus niños. Los habitantes de la villa dejaron atrás sus miedos, y emprendieron el camino hacia mi vivienda, hacia mi finca…provistos de antorchas, horcas y todo tipo de instrumentos de labranza que pretendían usar, a modo de arma, contra mi persona y mis pertenencias. Querían acabar con todo aquello: mis ambiciones, mi pasión, mi vida…

Malditos lugareños!!!! Personas sin inteligencia, pobres ignorantes!!

Me encontraba realizando uno de mis experimentos cuando no me percataba de que mi imponente Caserón estaba ya ardiendo, pasto de las llamas de las antorchas que aquellos intrusos llevaban consigo. No quise abandonar mi Viejo Caserón. Antes de perecer, realicé mi último conjuro. Lo probé conmigo mismo. La inmortalidad. Eso sí, juré venganza. Una venganza que sería terrible. Mi ira sería implacable con todos ellos, sus familias, y todo aquél mortal que se atreviera a molestarme de nuevo.

Siglos más tarde, encontré un lugar donde asentarme. Se trataba de una zona con vegetación, situada en medio de una moderna ciudad. Habían pasado siglos…era todo tan distinto… ruido, mucho ruido, modernidades…pero necesitaba un sitio donde seguir con mis conjuros y experimentos sin ser molestado. No era el Viejo Caserón que poseía, ni mucho menos. Pero se parecía bastante. En todos estos años, descubrí las fórmulas para crear distintos seres del más allá y hacerlos míos, actuando a mi voluntad. Hoy, "viven" conmigo. Y juro que acabaremos con todo mortal que se atreva a molestarnos. Su muerte será lenta y horrible…

¿Acaso vosotros osaréis perturbar nuestra tranquilidad?

En ese caso, os estaremos esperando…

jueves, 9 de diciembre de 2010

EL PASAJE DEL TERROR: lo más fuerte del momento

"Ir acompañado de ocho o diez personas desconocidas no parecía ser de gran ayuda. Estaban tan asustados como yo, si no más. Nos dijeron que golpeásemos la puerta tres veces. El chirrido de los goznes me produjo el primer escalofrío. Me arrimé a un tipo fuerte que iba a mi lado y procuré no mirar al repugnante jorobado de sonrisa mellada que nos invita a entrar. Yo no quería, pero ya era demasiado tarde.

No sé cómo, el grupo se volvió a formar. La verdad, creo que faltaba alguien, pero no podría asegurarlo. Nos encontramos en una especie de cueva infecta, maloliente, cuyo aplastante silencio se rompió con un terrible sonido de hierro golpeando hierro. Cuando fuimos acostumbrándonos a la oscuridad contemplamos con horror que nos encontrábamos frente al mismísimo Frankenstein, sujeto con cadenas, tras unos poderosos barrotes. Corrimos hacia adelante, atropellándonos, sin piedad los unos de los otros. Pero, de nuevo, los últimos no pudieron salir de la cueva antes de que el asqueroso ser consiguiese arrancar los barrotes. La histeria, entonces, fue general. Y la oscuridad. Y el miedo.

Me apoyé en un nicho intentando recuperar el aliento. La cara de terror del compañero más próximo me heló la sangre. Me volví lentamente y por centímetros pude esquivar purulentas garras de un ser no muerto cuyos ojos brillaban como carbones encendidos. A tropezones, empujando como pude, corrí por una angosta galería. Una chica gritó y se desplomó, blanca como la cal. Al fondo, un reflejo de luz mortecina se reflejó en los colmillos de una monstruosa criatura que avanzaba hacia nosotros con paso vacilante. Creí morir de terror y no me importó pisar a un compañero caído. Me lastimé en la mano y alguien me apretó el brazo. Una jovencita presa de un pánico nunca visto.

Dentro la oscuridad era casi absoluta. Nos agrupamos casi involuntariamente, buscando valor los unos en los otros. Los primeros no se atrevían a avanzar y los últimos empujaban aterrados ante los ruidos que se oían a la espalda. A mí, menos mal, me pilló en medio.

Un sonido espeluznante, una especie de trueno, nos hizo, literalmente botar. La cabeza del pelotón avanzó unos pocos pasos y el primer grito que rasgó esa maldita oscuridad que casi podía mascarse me dejó clavado en el suelo. A base de empujones me sentí transportado, como en volandas, sin atreverme a abrir los ojos."

Extracto del texto de S. Rubio de 1989,
cuando se abrió en Madrid
el "Pasaje del Terror"
(hoy "El Viejo Caserón")


El montaje del "Caserón" es lento y complicado. La iluminación es esencial para causar esa sensación de misterio y terror. El sonido lo mismo, todo tiene que estar acompasado, en su punto justo. Además, hay que montar sistemas de seguridad, como puertas de emergencia, pintura ignífuga y demás.

La idea del Pasaje del Terror viene de un argentino, Fernando Quenard, que fundó el primero en Buenos Aires y en Mar del Plata. A España llegó primero a Bilbao, Santander, Salou y Madrid, para más tarde seguir expandiéndose.

Para montar el espectáculo se necesitan 25 personas, veinte de las cuales son actores que se eligen a base de pruebas en la Escuela de Arte Dramático o en la de Doblaje. Algunos llevan desde el principio aquí. Su actuación, básicamente, siempre es la misma, aunque suelen improvisar. Claro, sin pasarse, porque es peligroso. Nunca sabes qué persona te vas a encontrar.

Las máscaras que utilizamos son caras y complicadas de conseguir.Hay que pedirlas de importación. Tardas en maquillarte media hora, más o menos, y este maquillaje tiene que ir acorde con la luz y el ambiente de cada cuadro. Un mal maquillaje te lo puede echar todo abajo. Hay reacciones de todo tipo. Gente que se desmaya, que se queda parada, sin moverse, incapaz de ir adelante o hacia atrás. Cuando llegas y tratas de ayudarlos, a veces reaccionan mal y se lían a tortas. También hay gente que se ríe y pasa de todo e incluso chicas que piropean a Drácula o a Fredy...