martes, 1 de febrero de 2011

Experiencia iniciática en EL VIEJO CASERÓN, por Luis G. Chapinal


Afuera, nos espera la oscuridad, representada por el camposanto cubierto de niebla y algunos zombies que exhiben sus rostros monstruosos ante la llegada del público, temerosos de lo innombrable.

Se penetra por una puerta y las paredes estrechan el vínculo con la muerte. Gritos y susurros, sonidos provenientes del castigo eterno y ataúdes que se abren y cierran en un absorbente frenesí. Caminos desconocidos ante los que debemos detenernos cuando se contempla la figura amenazante del Mad Doctor, dispuesto a enseñarnos sus horribles logros científicos diseñados para matar. Y el sendero prosigue, mostrándonos al Príncipe de los Vampiros y al Señor de los Sueños, que todavía piensa secuestrar víctimas en las pesadillas.

El paisaje tenebroso aplasta los sentidos y encadena el espíritu, conduciéndonos al inevitable contacto con el Demonio en una habitación helada. No todos son capaces de asimilar el horror; algunos quedan desperdigados por la ruta. Solo los fuertes caminan hasta el final. Las galerías mortíferas trazan la dimensión desconocida y nos recuerdan el poder de las tinieblas, tan apegadas a nosotros que no tenemos posibilidad de escape. Solo amortiguamos el miedo acelerando el proceso del tiempo para escapar de la trampa.


Luis G. Chapinal

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